Cavando en el papel del pedagogo y
trabajador social apreciamos que entre el primero y el segundo hay
concordancias visibles. El pedagogo en sus primeros tiempos se asumía como el
portador y distribuidor del saber, el maestro era quien ejercía el poder hegemónicamente
sobre los estudiantes, mientras que el agente del servicio social era visto
como dador y gestor de recursos para paliar necesidades básicas insatisfechas
por la supremacía del capitalismo.
En épocas anteriores el maestro ha
venido centrando su rol en reconocer al estudiante como un sujeto capaz de
aprender, en una persona para quien el único lugar de aprendizaje no es la
escuela ni el exclusivamente el enseñante el maestro.
El maestro, sin conocer los
postulados Heideggerianos infirió que “los más difícil de enseñar es dejar
aprender”. Por su lado, las comunidades, los grupos y las personas fueron aprendiendo a sentirse sujetos políticos,
libres y autónomos capaces de pensar y gestionar sus servicios y la
satisfacción de las necesidades rompiendo la dependencia de funcionarios y
agentes externos.
El trabajador social influenciado por la concepción filosófica y
política de la liberación comprendió que su labor está encaminada más a la
potenciación de las organizaciones y los sujetos, que a la práctica de
costumbres caritativas, asistencialistas, curativas y de paternalismo; en este
sentido, el conocimiento científico, las metodologías participativas y el uso
de tecnologías de punta han sido herramientas claves en el crecimiento y
desarrollo tanto de la pedagogía como del trabajo social.
Hoy los trabajadores sociales
inmersos en un mundo globalizado y con una experiencia de varias decenios
tenemos el reto de escrutar nuestros enfoques y estrategias metodológicas
usadas en nuestro quehacer profesional, también nos corresponde diseñar nuevas
metodologías de trabajo con las comunidades que coadyuven en verdad con la
dignificación de las personas, con su asunción como Sujetos de Derechos.
La situación, por supuesto no es
fácil, requerimos de mucha creatividad y estudio. Vicente de Paúl nos recuerda
que el hombre se hace en la historia y es al mismo tiempo fruto de la misma.
“Los hombres, prosigue citando a Marx, hacen su propia historia, pero no la
hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino
bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y
que les han sido legadas por el pasado."
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